EL MACHAYPUITO EN LA VISIÓN DE DON RICARDO PALMA
http://ricardo-palma-y-el-manchay-puyto.blogspot.comEscribe: Julio Antonio Gutiérrez Samanez
Dedicado al escritor Enrique Rozas Paravicino que nos impulsó a realizar este estudio.
I. ANTECEDENTES Nuestro dualismo Quechua – Español. en el juicio de Mariátegui. José Carlos Mariátegui en su ensayo El Proceso de la literatura (1) desbrozó y aclaró este problema; escribió el Amauta: “El dualismo quechua – español del Perú, no resuelto aún, hace de la literatura nacional un caso de excepción”, este antagonismo, en opinión de Federico More: “Es y será por muchos años, clave sociológica y política de la vida peruana”. Mariátegui estableció que “la literatura de los españoles de la colonia no es peruana; es española… no por estar escrita en idioma español, sino por haber sido concebida con espíritu y sentimiento españoles.” Citando a José Gálvez, para quien, la época de la colonia no produjo sino imitadores serviles… que tomaron sólo lo hinchado y lo malo”, de esto excluye a Garcilaso y a Caviedes. Mariátegui dice que en Garcilaso, que era más inka que conquistador y más quechua que español, se dieron la mano dos culturas, lo que hizo de él, históricamente “el primer peruano”, entendiendo la “peruanidad” como “una formación social nacida de la conquista y la colonización españolas” Con el idioma español, se había transplantado al Perú una literatura “ya evolucionada” de la época de la Reforma y el Renacimiento, que se expresaba en la novela, un producto de la sociedad burguesa; pero, en esa época de la conquista estaban en boga la épica y la historia, que es lo que hizo Garcilaso; después de él se había acentuado una mediocre repetición de escolasticismo y clasicismo trasnochados. Mariátegui constató que aún después del advenimiento de la República, nuestra literatura no dejó de ser española, es decir de espíritu colonial, de nostalgia por el virreinato, y que presentaba tres periodos: colonial, cosmopolita y nacional. A la literatura colonialista le habían faltado raíces, pues, provenía del “mal humor del corregidor o encomendero a quien una revolución ha igualado, en la teoría si no en el hecho, con los mestizos y los indígenas”. Pero la vida proviene de la tierra, dice Mariátegui. La literatura importada debía ceder el paso a otra literatura basada en la tradición indígena y popular. Que para los críticos como Riva Agüero y Menéndez y Pelayo, sólo constituía “exotismo”, pues ellos consideraban que las civilizaciones americanas nativas estaban ya extinguidas. Esos literatos despreciaban a la plebe, añoraban el virreinato, ignoraban al Perú viviente. Con la aparición de las Tradiciones Peruanas (2) de Ricardo Palma (1872) “con su hebra chispeante y chismosa del “medio pelo” limeño, -dice Mariátegui-, recién aparece el germen de una literatura peruana arraigada en la tierra en el pasado histórico y en el pueblo. Para Haya de la Torre, otro autor citado por Mariátegui: “Entre Palma que se burlaba y Prada que azotaba, los hijos de ese pasado y de aquellas castas doblemente zaheridas prefirieron el alfilerazo al látigo”, ….Haya consideraba que "Palma era tradicionista pero no tradicionalista", blandía su pluma para reírse del pasado con ironía, sarcasmo y dejándolo en el ridículo: “Bien sabido es -dice Haya- que el clero católico tuvo en la literatura de Palma un enemigo y que sus Tradiciones son el horror de frailes y monjas. Pero por una curiosa paradoja, Palma se vio rodeado, adulado y desvirtuado por una troupe de gente distinguida, intelectuales, católicos, niños bien y admiradores de apellidos sonoros” Mariátegui y Haya realizaron así el rescate de don Ricardo Palma, para la cultura popular, por su filiación democrática y por que “su burla roe risueñamente el prestigio del virreinato y el de la aristocracia. Traduce el descontento zumbón del demos criollo”…”que carecía de consistencia y originalidad”…”toda inquietud, toda rebeldía se resolvía en el chiste, la murmuración y el epigrama. Y esto es precisamente lo que encuentra su expresión literaria en la prosa socarrona de las Tradiciones”, concluye Mariátegui. Como sabemos los civilistas y colonialistas se habían anexado al gran tradicionista, para valerse de su prestigio. El estilo ameno de contar la historia exhumando el pasado fue la contribución de Don Ricardo Palma a la “peruanidad”. Pues, acudir a las fuentes no era pasadismo. La actitud lo diferenciaba de los pasadistas. Él buscaba recrear la historia, crear otro Perú a partir de sus raíces, en la tradición, estudiando las fuentes escritas, archivos, crónicas, anales, etc., Por eso generó discípulos que siguieron sus huellas y su método. Era tradicional que los hechos escandalosos de la curia, sean tratados como temas literarios, (recordemos el “Decamerón” de Boccaccio, en la Italia medieval). El liberalismo, el positivismo y el anarquismo generaron un fuerte sentimiento anticlerical que se evidenció en la primera novela peruana: “El Padre Horán” (3) que el cusqueño Narciso Aréstegui publicó en 1848 en El Comercio de Lima; el anticlericalismo llegó a su clímax con la novela Aves Sin nido de Clorinda Matto (1889), quien postuló sin titubeos el fin del celibato y que los curas contrajeran matrimonio. Luego vendría la prédica anarquista de González Prada. Igualmente, el indigenismo ya había tenido notables antecedentes como la acción de María Trinidad Enríquez, primera universitaria y precursora social peruana; o el artículo “El Indio” escrito por Ángela Enríquez de Vega, (madre del periodista Ángel Vega Enríquez, fundador del diario El Sol del Cusco), en la revista “Alborada” que editaba la escritora argentina Juana Manuela Gorriti en 1875 (4); después, como sabemos, aparecieron Clorinda Matto y González Prada. II. VELADAS LITERARIAS La escritora argentina Juana Manuela Gorriti, (5) que se hallaba en Lima, en el exilio entre 1845–61, 1866 - 79, organizaba veladas literarias en su propia casa, donde participaban los personajes de la bohemia de don Ricardo Palma Gorriti, había publicado la novela “La Quena” en 1863 una recreación sobre la búsqueda de un tesoro de los incas, que Ricardo Palma consideraba la mejor novela latinoamericana después de la de Jorge Isaacs. Además, había publicado la narración “Si haces mal no esperes bien” en la Revista de Lima en 1861, con una trama similar a la de Aves sin nido que Clorinda Matto publicó en 1889.
En una de las veladas que organizaba la Sra. Gorriti, en 1877, fue homenajeada y condecorada con una pluma y tarjeta de oro la joven escritora y tradicionista cusqueña quien estuvo acompañada de su esposo el inglés José Turner; en el programa estuvieron Palma, Llona, Rossel, Villarán, Martinez Izquierdo y las escritoras Mercedes Cabello de Carbonera, Mercedes Eléspuru, Manuela Villarán, etc. Cuando la Sra. Matto publicó sus Tradiciones Cusqueñas en 1884, don Ricardo Palma prologó la obra y consideró a la autora su discípula predilecta. No la combatió sino, la animó. En la actitud moral, también, Palma se diferenció de los colonialistas, pues rompió con el amaneramiento hispanizante e hizo el intento de recrear lo incaico, (cosa que no pudieron hacer los colonialistas), tal como se ve en las Tradiciones: La Achurana del Inca; en historias de tesoros ocultos y en la extraordinaria narración de la tradición del Manchay Puito, con las que crea el cordón umbilical de la peruanidad, con la matriz prehispánica y autóctona. Con la sal y pimienta de su humorismo y de su espíritu irreverente y heterodoxo, salva el trauma de la conquista, desde lo incaico, lo colonial y lo republicano. Palma Inventó un nuevo Perú, recreó el imaginario popular colectivo, con sus fantasmas, duendes, demonios y condenados que pululan entre, incas, negros, mulatos, mestizos, virreyes, generales, presidentes: todos democráticamente igualados, en la perspectiva de lo peruano. Palma nos enseñó a amar, reír y llorar con lo propio. Pese a que íntimamente, tuvo una idea negativa sobre el indio, al que culpaba de la derrota con Chile. La obra de Palma perdura en el tiempo, rebasa las fronteras sociales y humanas; descubre la interioridad, la profundidad del alma andina y americana. Desde lo ancestral y sagrado descubre lo prohibido, lo vedado, lo pecaminoso, de dos religiones en conflicto que, en su resolución, generaron el castigo y la tragedia Don Ricardo Palma define la Tradición como “una novela en miniatura, una novela homeopática” (6), “de estilo ligero, frase redondeada, sobriedad en las descripciones, rapidez en el relato, presentación de personajes y caracteres en un rasgo de pluma, dialogo sencillo a la par que animado”, dice en el Prologo a Tradiciones Cusqueñas. III. EL MANCHAY PUITO Un cura, sacerdote con votos de castidad, entregado a su religión implacable y dogmática, que, además, era sabio, teólogo y latinista, se enamora de una mujer y la hace su concubina, por lo que ésta se gana el desprecio de su propia etnia y cultura. Cuando el cura se ausenta por un viaje, la amante muere de soledad; el cura, al volver y enterarse de la infausta noticia desentierra el cadáver, lo viste, enjoya y toca la quena dentro de un cántaro o puito, arrancando dolorosas notas a ese instrumento indígena. La gente que lo escuchaba cree enloquecer de desesperación, porque el que tocaba era un espíritu impuro y diabólico que estaba condenado. El cura es encontrado agónico abrazado al cadáver descompuesto de su amada. El ceramio por haber sido echo de barro representa la deidad andina, al Apu, o la Pacha Mama, (como el dios Amaru colocado en las tejas, que describió hace poco el Dr. Pablo Macera); allí, traslapado al mostrarse evidente, está el dios andino, redivivo y poderoso, castigando la profanación. En Manchay Puito, se dan la mano la mitología cristiana (pues el pecado es castigado), y la mitología andina (en la quena, el ceramio vacío, que tiene la representación de un dios andino y es, además, un espacio en el que se entierra a los muertos). El espíritu en pena del cura, llora a través de una quena, (en otras versiones como la que se lee en Los Perros Hambrientos de Ciro Alegría, la quena es de un hueso de la misma amante muerta), y ulula lúgubre dentro de un cántaro con agua, dando notas tan dolorosas que la gente que escuchaba, quedaba encantada y enloquecida; por eso, las autoridades habían prohibido que se cante y toque el Manchay Puito o Cántaro terrorífico. También, en Manchay Puito se halla la conexión entre este mundo y el otro mundo de los cristianos (cielo-infierno) y el Hanaq Pacha - Ukhu Pacha o el otro mundo andino; constituye, igualmente, una síntesis entre el amor prohibido por la fe y el dogma, el sacrilegio o profanación, que se desenlaza en la tragedia, con su carga del dolor y muerte por la condenación, la locura o enajenación. El cántaro representa como dijimos a la pachamama enferma que canta de dolor, es la expresión del Taki Onqoy, según el cual las Wakas volvían a nacer y su culto reverdecía, al caer en descrédito, por causa de la profanación y el acto sacrílego la propia religión de los invasores cristianos, perpetrado por el mismo ministro encargado de su cuidado. En Manchay Puito triunfa el poder de la pachamama, las momias o muertos, el cántaro, la tierra, hecha ídolo o escultura cerámica. El cura, oficiante y guardián de la fe católica, cae en la perdición del amor terrenal y el sexo prohibido, y es castigado con la muerte de su amante. Además, el cura hace doble profanación, al exhumar el cadáver y tocar la quena de hueso humano que en la concepción cristiana era un instrumento musical del demonio o una voz del Pachacamac, en la concepción incaica. Por ello se manifiestan poderes ultraterrenos, que enloquecen y angustian a los pacíficos pobladores de la aldea india. IV. VERSIONES DEL MANCHAY-PUITO La antigüedad de la historia del Manchaypuyto es de difícil datación, existen varias versiones: 1.-La Versión de Don Ricardo Palma.-Fue la primera en editarse en 1877, en la cuarta serie de sus Tradiciones. Con el nombre de El Manchay Puito (17…), es posible pensar que Palma modificó alguna versión más antigua, que puede provenir de 1700, adelante. Así los hechos pudieron darse en plena época colonial. Hasta hoy no se encontró algún supuesto original. 2.- La versión del padre Jorge Lira (7).- En 1942, el sacerdote y quechuista cusqueño Jorge Lira, recogió el relato quechua Issicha Puyto de doña Carmen Taripha Mamani, en Maranganí provincia de Canchis, Cusco. José María Arguedas lo había publicado en 1947. Lira sostiene que esta es la versión original que fue transformada y cambiada de personajes y título por El Manchay Puito. El relato es protagonizado por un Curaca y una joven india de nombre Issicha Puyto, que tañía una quena o flauta india hecha de una tibia humana, dentro de un cántaro. La historia es más compleja que la versión de Palma, la mujer ofende y desprecia a sus hermanos, a su padre y a su madre, quien, en un acto de repudio exprimió su seno en dirección del suelo y pronunció una maldición. El Curaca hizo un viaje, y al volver encontró a su amada muerta, trató de revivirla y al tercer día la mujer volvió a vivir, pero ya no era la misma, no comía, sólo tocaba la quena y dormía. Cuando el curaca “pecó” con ella, la mujer se convirtió en un asno, hecho que animó al curaca, pues ya no tendría que enterrarla; llevo al asno a ponerle herrajes, y, por el dolor de los clavos, volvió a aparecer la mujer en lugar del asno, allí lloró y se arrepintió de sus pecados por haber sido amante del Curaca y haber ofendido a sus padres. Volvió a morir. Después de ser enterrada el curaca la exhumó y ella volvió nuevamente a la vida, pero esta vez para llevarse al amante en un carro de fuego del demonio. El padre Lira cree que Issicha Puytu es un relato prehispánico y recurre a argumentos poco convincentes, como que en el antiguo Perú hubieron asnos y herreros que forjaban herraduras, cree encontrar similitud entre los dioses chavines y la diosa egipcia Isis, para justificar el nombre de Issicha Puytu, etc. Sus esfuerzos fueron vanos Issicha Puytu y Manchay Puito son creaciones coloniales del alma mestiza e india, como lo fue el Ollantay. Además, Lira fue el único que recogió la tradición oral de Carmen Taripha Mamani y como buen sacerdote, pudo haber cambiado al personaje del cura por el curaca 3.- La versión de Ciro Alegría, está en las primeras páginas de “Los Perros hambrientos” (8), cuando “El Pancho” que tocaba la antara “echando al viento las notas alegres y tristes de los waynos y las atormentadas de los yaravíes. Uno llamado Manchaypuito angustiaba el corazón de la Antuca y hacía aullar a los perros”, Pancho cuenta que un cura estaba amando mucho a una niña y esta murió, el cura desenterró el cuerpo y de una canilla hizo una quena que tocaba día y noche, junto al cuerpo muerto hasta volverse loco y morir. Era por eso que al tocar ese yaraví los perros aullaban pues veían a las almas de los muertos. 4.- La versión del escritor boliviano Néstor Taboada Terán, -que es una novela recreada sobre los textos conocidos, aunque niega conocer el texto de Lira-, titula “Manchay Puytu el amor que quiso ocultar Dios”, (9) en el que recrea el ambiente social e histórico del Alto Perú, colonial; en especial, de la Villa Imperial de Potosí, que toma de las crónicas de Bartolomé Arzans de Orsúa y Vela; explota el tema de la necrofilia como de una farsa negra, al decir del crítico inglés Keith Richards (10) quien estudia los antecedentes e implicancias de esta novela que tiene tres partes definidas como: Ukhupacha, el mundo de la oscuridad en la desesperación del sacerdote amante al perder a su amada; Ayamarqay killa, cuando el sacerdote desentierra el cadáver en su afán de devolverle a la vida y Waqayñan, en que el sacerdote “es forzado a volver a la realidad en un mundo desértico” (11) Tanto en la versión del padre Lira, como en la de Don Ricardo Palma, y en la recreación de Taboada Terán, la profanación de lo sagrado se paga con la muerte, la condenación a los infiernos y la degradación del alma. El conflicto de lo humano y lo sobrenatural, religioso, que conduce al sacrilegio, no se resuelve con el perdón cristiano o con la benevolencia del Inca como en el drama Ollantay; ni en la armonía y belleza estética del barroco – inca, en la arquitectura mestiza de la catedral cusqueña, ni en la pintura colonial de Quispe T’itu o en la obra musical ”Hanaq Pacha kusikuynin” de Pérez Bocanegra, (Lima 1631), cumbres del mestizaje espiritual inca-español. En el Manchay Puyto, el desencuentro es fatal, no hay continuidad, no hay hijos que queden después de la tragedia, es el conflicto eterno entre Eros y Thanatos, entre Munay o waylluy (amor en el quechua) y Wañuy, la muerte o la perdición. Se polarizan los puntos inconexos o contradictorios, lo sagrado y lo profano; lo sacrilego y lo moral; los deseos prohibidos y reprimidos del morbo humano; el trasfondo social colonial en épocas de la Inquisición; el erotismo y el sexo proscritos por la religión; lo escatológico, soez, grosero o de ultratumba; la necrofilia, los sentimientos trastocados: el amor, el odio y la locura. Toda esta problemática es revisada y estudiada por Keith Richards, en la obra "Lo imaginario mestizo"(1999). Pero Palma lo cuenta con su estilo sencillo como quien narra “inocentemente” una noticia trágica. Para Richards, empeñado en valorar la novela de Taboada, la Tradición de Palma “es una versión tamizada culturalmente para un lector criollo que no explora ni los aspectos indígenas del relato ni sus aspectos sexuales irregulares. Todas las complejidades son escrupulosamente evitadas, así como las implicaciones relacionadas con la doctrina religiosa. Además, el material es usado para ilustrar un punto de vista moral resueltamente cristiano, el cura simplemente se ha equivocado, y por ello se lo castiga en la misma medida”. V. REACCIÓN CLERICAL Sin embargo, luego de la publicación de Manchay Puito, la reacción clerical contra Palma, no se dejó esperar; el órgano de prensa de la iglesia y la propia alta jerarquía eclesiástica manifestaron su desagrado (12). Pese a que no expresaba juicios de valor contra la iglesia ni los curas, sino se limitaba a contar algo que también se lo habían contado, nuestro tradicionista “fue duramente atacado en las páginas de “El Progreso Católico”, se le criticaba por tratar a sus personajes en una forma irreal y por su tono irrespetuoso: “A lo inverosímil del relato se agrega el poco respeto con que se trata en él el decoro público”. La jerarquía eclesiástica encontró “ofensivo que Palma buscara reflejar lo inusualmente grotesco y no lo virtuoso y edificante: “No sabemos qué se propondrá el señor Palma con este ímprobo trabajo –dice el columnista católico- : ciertamente que no necesita… trabajar con un material tan ruin; ni sus estudios históricos le aprovecharán mucho, si en lugar de contemplar la tela urdida por el hombre y Dios en su faz más hermosa, sólo la contempla al revés” (E. Cristal pp.76) VI. TRANSGRESIONES PECAMINOSAS E INTOLERANCIA RELIGIOSA Pero en las diferentes versiones del Manchay Puito no sólo se muestra lo grotesco, lo poco edificante que ofende el “decoro” público; Allí se ventilan los tabúes cristiano - católicos, el fracaso del celibato, la necrofilia y pedofília (la amante era una niña india en la versión de Ciro Alegría); la zoofilia, en la versión del Padre Lira, etc. Realmente, aún atenuada por el lenguaje gracioso, el donaire y la picardía criolla de Palma, Manchay Puito fue una bomba que amenazaba la fe, la credibilidad en el catolicismo. Y Palma, sin quererlo, quizá lo recreó y publicó, sin medir las consecuencias. Sin embargo, debido a su prestigio el clero y la cucufatería le perdonaron, cosa que no harían con Clorinda Matto, después de la salida de Aves sin nido o cuando su revista “El Perú Ilustrado” publicó el poema Magdala de Coelho Neto, la intolerancia religiosa llegó a la insanía de asaltar e incendiar su casa cuando cayó la dictadura cacerista el año 95. VII. LAS FUENTES El propio tradicionista dice que los hechos que dieron lugar a Manchay Puito ocurrieron en el pueblo de Yanaquihua en la doctrina de Andaray del obispado del Cusco, (que no tenía la configuración del actual obispado ni mucho menos del actual departamento cusqueño; quizá estuvo en la zona de Aimaraes en el actual departamento de Apurimac), no sabemos cómo el tradicionista consiguió estos datos, ¿Alguien se los contó, por carta, oralmente?, o los encontró en los documentos antiguos que revisó en los archivos eclesiásticos, en los autos de fe, en los “anales” que tuvo en sus manos. Sabemos, por las fuentes que consultamos, que el canónigo cusqueño Fernando Pacheco le envió los originales de los “Anales del Cusco” una crónica colonial, que en ese momento se consideraba anónima, pero esto debió haber sido ya por los años 90 puesto que Palma la publico en 1902, con el nombre de “Noticias Cronológicas de la Gran ciudad del Cuzco” y Manchay Puito apareció en 1877, en la cuarta serie de las Tradiciones. Como dato adicional, diremos que, posteriormente, en 1911 los doctores Fortunato L. Herrera y Francisco Sivirichi, intelectuales cusqueños, encontraron otra copia de los “Anales” o “Noticias Cronológicas” que resultó ser más completa. Años después, en 1945, el Dr. Horacio Villanueva Urteaga, publicó un artículo en la Revista del Instituto Americano de Arte del Cusco, Nº4 y luego, en la Rev. “Letras” de la Universidad de San Marcos, indicando que el posible autor de los “Anales” era el Deán Diego de Esquivel y Navia. Villanueva dice que la tradicionista cusqueña Clorinda Matto de Turner, también estudió en documentos parecidos, quizá copias o “Kharachos”, (en referencia a los cueros de los forros), de donde extrajo sus tradiciones, como dijo Ricardo Palma al prologar su libro de tradiciones cusqueñas…” la señora Matto de Turner ha sabido explotar el rico filón de documentos escondidos en los empolvados archivos de la imperial ciudad de los Incas”. CONCLUSIONES Don Ricardo Palma, recreó, un género literario para reinventar un nuevo Perú. Criticando y burlándose con fino humor del pasado y penetrando en el alma indígena. Palma es un apóstol de la peruanidad, fue el creador e investigador que hurgaba las raíces, para labrar la siembra espiritual de tiempos futuros. En “El Manchay Puito”, Palma desacraliza o seculariza la visión sobre el clero; despoja de seriedad a paradigmas feudales (no sólo da de alfilerazos como dijera Haya), desenmascaró la hipocresía de la sociedad feudal con arte e inteligencia usando la sorna, el humor y la astucia. Con la agudeza de su ingenio destapó aspectos de la descomposición de los regímenes, el fracaso de las formaciones socio económicas, desde su base misma: la explotación, el racismo, la creencia religiosa, la fe ciega; que él, sin proclamarlo, procura cambiar; sin acudir al discurso revolucionario, al panfleto ni nada parecido, por eso llegó al pueblo, de cuya experiencia se abasteció de insumos, que luego de interpretar y resumir les dio forma artística con su insuperable creatividad y humor. Parafraseando a Basadre, Palma es el arquitecto que tiende un puente de fantasía entre el pasado y la posteridad. NOTAS (1).- José Carlos Mariátegui, El Proceso de la Literatura, en “Siete Ensayos de Interpretación de la realidad peruana”. Lima 1928. (2).- "Tradiciones Peruanas" de Ricardo Palma. Primera entrega 1872 (3).- “El Padre Horán” Escenas de la vida cusqueña, Narciso Aréstegui, El Comercio de Lima, 1848. (4).- “Una visión urbana de los Andes” Efraín Cristal. Lima 1991 (5).- Juana Manuela Gorriti, por Guillermo Rouillón, Revista Cultura Peruana. (6).- Figurativo. Dosis homeopática o dosis muy pequeña. (7).- Issicha Puyto, Anónimo Quechua, Jorge Lira, recopilador y traductor. Ed. Milla Batres, Lima 1974. (8).- “Los Perros hambrientos”, novela de Ciro Alegría. Ed. Zig zag, 1944. (9).-“Manchay Puytu el amor que quiso ocultar Dios” novela de Néstor Taboada Terán, Los amigos del Libro Cochabamba, 1988. (10).- “Lo imaginario Mestizo”, Keith Richards. Plural editores La Paz Bolivia 1999. (11).- Ibidem. Pág. 29, donde se alude al análisis hecho por Leonardo García Pavón en 1983. (12).- Véase a Mariátegui, en el ensayo citado y a E. Cristal en el libro citado.